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domingo, 9 de abril de 2017

'SANGRAN' LOS GLACIARES DE LA ANTÁRTIDA

En la Antártida hay un paraje regado por torrentes de color rojizo conocidos como cataratas de sangre. Este fluido carmesí surge como de una herida abierta desde las entrañas del glaciar Taylor. Fue precisamente su descubridor, el geógrafo y explorador australiano Thomas Griffith Taylor, el primero en admirar este singular paisaje en la región antártica de los Valles Secos de McMurdo. 

La estructura del glaciar, que alcanza 54 kilómetros de largo y 400 metros de espesor, no está totalmente congelada. La parte sólida cabalga sobre un lago cuyas aguas poseen una concentración de sal cuatro veces superior a la de los océanos, además de mucho hierro.

Los científicos pensaban que el color rojo provenía de una población de algas, pero lo cierto es que se debe a la abundancia de hierro: cuando el líquido sale al exterior, el ion ferroso se oxida y se deposita en la superficie.

La zona de salmuera subyacente tiene entre 1,5 y 2 millones de años de antigüedad, aloja un rico ecosistema de bacterias autótrofas que metabolizan los iones de azufre y hierro. La microbióloga de la Universidad de Tennessee Jill Mikucki fue la responsable del hallazgo. Según los análisis de laboratorio, estos organismos microscópicos usan el sulfato como catalizador en la respiración, toman hierro en su forma férrica –insoluble– y lo transforman en ferroso –soluble en agua– usando como fuente de energía la materia orgánica enterrada junto a ellos.

Mikucki y su equipo han sido los primeros en observar el fenómeno en la naturaleza. Debido a su aislamiento, los microorganismos habrían evolucionado al margen del exterior, diferenciándose de las bacterias similares que habitan los océanos.

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