Perros encerrados en balcones, tirones de correa o animales vagando por las calles son situaciones que alguna vez, por no decir de manera frecuente, presenciamos en el transcurso de nuestra vida. Formas de maltrato que hemos normalizado y que van más allá de los golpes físicos a los animales, suponiendo auténticos actos de crueldad contra estos seres vivos.
A veces el “exceso de cariño” hacia las mascotas, que, como nos explica la responsable del Arca de Noé, Soledad Calvo, no es “cariño real”, constituye un modo de maltrato a los animales ciñéndoles a situaciones que “no son propias de su especie”, teniéndolos todo el día en casa o en brazos, sin permitirles que hagan lo que haría cualquier perro o gato por naturaleza como disfrutar del aire libre, olerse o jugar.
“Crueldad es cualquier acto que lleve al sufrimiento de cualquier tipo, cualquier falta de respeto a los derechos fundamentales de un animal, que incluye, como no, el abandono”, nos explica Soledad Calvo. En este sentido, la responsable del Arca de Noé reprueba los métodos que muchos dueños utilizan con sus mascotas para gestionar problemas de comportamiento, pues “no es aceptable golpear o abusar físicamente de un animal, hay otras técnicas de refuerzo positivo que se pueden emplear”.
Con ello, Soledad viene a decir que si bien es cierto que “hay grados tremendos de crueldad que asustan y abruman”, en el mundo se dan otros casos que no reciben el rechazo público y deberían hacerlo tanto como el suceso ocurrido en 2.015, cuando un perro, cerca de Mahora, recibió dos tiros por haber matado a una gallina. Actitud que se podría haber corregido sin violencia ni maltrato.
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