Poco después del amanecer del tres de septiembre de 2012, un Ferrari negro que circulaba a 170km/h en una zona de 80, arrolló a un policía en su moto y arrastró su malherido cuerpo por las calles de Bangkok. El coche se dio a la fuga, el policía murió.
La policía descubrió que al volante del vehículo iba Vorayuth Yoovidhya, nieto de Chale Yoovidhya, creador de Red-Bull, y miembro de una de las familias más ricas de Tailandia.
Cinco años después Yoovidhya, de 32 años, no ha aparecido a ninguna de las citaciones judiciales y sigue viviendo la gran vida mientras viaja por el mundo acompañado de su fortuna. Mientras, la sociedad tailandesa contempla como las cases privilegiadas de su país no tienen que temer a la ley ni cuando le quitan la vida a alguien.
Los abogados de Yoovidhya han conseguido retrasar el proceso alegando que su cliente está muy ocupado atendiendo sus negocios en Londres. Pero, según ha podido comprobar Associated Press con el seguimiento de más de 120 cuentas en redes sociales de sus amigos y familiares, Vorayuth se ha dedicado a recorrer el mundo en los jets privados de Red Bull, alojarse en resorts de lujo, cenar en restaurantes caros y animar al equipo de fórmula uno de su familia.
Según sus abogados, Vorayuth (que entonces tenía 27 años) abandonó la escena del accidente porque quería decirle a su padre lo que había pasado. En el test de alcoholemia que le realizaron se demostró que superaba con creces el límite legal, pero sus abogados aseguran que fue a causa del alcohol que bebió después del accidente ya que estaba "devastado" y necesitaba "liberar tensiones".
"No permitiremos que este policía muera sin hacer justicia. Creedme", dijo el comisario de policía, pero no está tan claro que vaya a poder cumplir su palabra.
En septiembre de 2013, el fiscal ordenó a la policía su detención, pero no pasó nada, y su delito por exceso de velocidad prescribió. Si nada cambia, lo mismo pasará en 2027 con el cargo más serio contra Vorayuth, el de conducción imprudente causante de la muerte de una persona.
Muy pocos son los que creen que finalmente se enfrentará a ninguna consecuencia legal por sus actos.
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