Un perro de un refugio de animales, fue adoptado por una familia. Se lo llevaron a su casa, y le dieron todo el amor del mundo. El perro se mostraba agradecido, era bueno y cariñoso, así que la familia estaba segura de haber tomado la mejor decisión.
Todos los días sacaban a su nuevo perro a pasear, jugaban con él lanzándole la pelota e incluso le enseñaron algunos trucos. El perro tenía todas las características para ser la mascota perfecta, incluso ya era uno más de la familia. Pero, comenzaron a observar cierto comportamiento de él que les inquietaba… Cada noche, el perro se sentaba al lado de la cama de los padres mirándolos fijamente hasta que se quedasen dormidos. A la mañana siguiente, seguía sentado observándoles sin parpadear. Aunque no creían correr ningún peligro, este comportamiento les extrañaba. Tras varias semanas, nunca habían visto a su perro dormir, sí que en alguna ocasión le vieron entrecerrar los ojos, pero nunca disfrutando de un sueño profundo.
La familia, ya preocupada por la salud del animal, decidió llevarlo al veterinario. Tras una revisión completa, el perro parecía estar completamente sano.
Tras esta revisión, es cierto que, la familia se sintió aliviada al saber que su perro se encontraba sano, pero por otra parte, no iban a quedarse totalmente tranquilos hasta averiguar el motivo por el que su perro no conseguía descansar. Por ello, decidieron volver al refugio animal para conseguir más información sobre su pasado, donde no pudieron contener las lágrimas al recibir la explicación.
Al parecer, el dueño anterior aprovechó a llevarse al perro al refugio animal cuando se había quedado profundamente dormido. El perro cuando despertó, ya estaba en el refugio y sin su dueño.
A la familia se le rompió el corazón al conocer la historia. Regresaron a casa lo más rápido posible para colocar la cama de su perro junto a la suya, para que entendiese que nunca iban a hacerle tal cosa, y que jamás se separarían de él.
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