A todos —bueno, a casi todos— nos encantan los animales, pero todos conocemos a gente que es apasionada de, por ejemplo, los perros… y luego está esa gente que va más allá y que trata a sus perros como si fueran sus hijos. Para algunos es lo más lógico, y para otros es enfermizo…
Luego están aquellos que siempre dijeron que no les gustaban los perros, y que nunca quisieron convivir con ellos… pero que, aunque se hagan los duros, al final acabaron rindiéndose a los encantos de estos entrañables animalitos.
A todos ellos les dedicamos esta preciosa historia:
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