“El dinero no hace la felicidad”, es una frase tan típica y cliché que seguramente te tiene aburrido. Y claro, si la lees todos los días en artículos, comentarios de Facebook, mensajes de psicólogos, y columnas de políticos, claramente agota. Sin embargo, la oración tiene bastante de cierto. Muchas personas se encaminan hacia el éxito laboral y económico creyendo que allí encontrarán la felicidad. Es falso, pero seguramente eso también lo sabías.
Lo que, sin embargo, estoy seguro que nunca habías escuchado, es que dos padres multimillonarios le digan a sus hijos que, en realidad, ellos son pobres. ¿Hace sentido?
Pues, si pensamos en todo lo que a veces cuesta ganarse las cosas, claro que lo hace. Son infinitos los niños que crecen convencidos de que el dinero aparece por arte de magia y, cuando llega el momento de trabajar, todo se vuelve muy frustrante.
En un contexto de vida como el que tienen Mila Kunis y Ashton Kutcher, donde abundan los autos lujosos, las mansiones, la ropa cara, etc. Los niños, naturalmente, crecerán convencidos de que nunca les faltará nada. Sin embargo, a veces eso es un grave problema.
Es un problema porque cuando todas las necesidades están cubiertas, los niños no sienten el “hambre” por plantearse objetivos y encaminarse hacia lograr “metas”. Siempre es bueno que algo falte. Eso será un motor que nos hará movilizarnos y trabajar por conseguir lo que queremos.
Bueno, la pareja Hollywoodense bien lo sabe. Es más, ellos mismos han señalado que el método con el que criarán a sus hijos, será la austeridad y sencillez.
“Les enseñaremos desde una edad muy temprana que, aunque mamá y papá tengan dinero, ellos son pobres”, señaló Mila Kunis. Y claramente no son sólo palabras. Ellos mismos han adoptado un estilo de vida simple. Sus anillos de compromiso costaron sólo 100 dólares. (Cifra baja en relación a lo que uno ve diariamente en el mundo de las celebridades).
“Los dos tenemos orígenes muy humildes y hemos crecido siendo bastante pobres”, añadió la actriz. “No nos regalaron nada, tuvimos que aprender a buscarnos la vida”.
Papá, ¿me das dinero para comprarme un helado?
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