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jueves, 23 de marzo de 2017

Venció la batalla contra la anorexia dedicándose a las artes marciales. Ahora es toda una luchadora de MMA

Su transformación es tan conmovedora como intimidante.

Fiona Chrystal es una joven de Glasgow, Escocia, que vivió su adolescencia inmersa en una lucha campal contra su cuerpo. A los 18 le diagnosticaron anorexia nerviosa crónica: Pesaba 30 kilos y le dijeron a ella y a su madre que no sobreviviría si no cambiaba sus hábitos urgentemente. Fue el comienzo de una guerra por su supervivencia que no estaba segura de querer ganar.

“[Cuando me dieron el diagnóstico] estaba feliz. No tenía ganas de sanarme”.

Fue totalmente por coincidencia que acabó en clases de artes marciales, gracias al impulso de hacer algo con la energía que la llevaba a lastimarse comiendo apenas una taza de avena con agua dos veces al día, cuando comía.

No imaginaba que esas clases cambiarían todo.
Descubrió que le apasionaba pelear, que al golpear las bolsas de arena por fin podía expresar en alguna parte la tormenta que llevaba adentro. Sin embargo, el hambre y el cansancio dificultaban sus movimientos.

Así que empezó a cambiar.

Poco a poco comenzó a comer más y mejor, cuidando cada vez menos la línea y más la salud de su cuerpo. Desarrolló musculatura. 

“Esos pensamientos aún están en mi cabeza, pero ahora tengo un lugar donde puedo luchar racionalmente contra ellos”.

https://www.instagram.com/p/BRg4JIWjmG2/

https://www.instagram.com/p/BRtRuW2D6I8/

Chrystal comparte en su Instagram imágenes de su entrenamiento para inspirar a otros que, como ella, luchan, ya sea para recuperarse o para hacerse más fuertes.

Una de sus fotografías se viralizó recientemente y es fácil entender por qué.

https://www.instagram.com/p/BRQxYHjjpG1/

“Finalmente, en cosas que me hubiera gustado saber sobre el proceso de recuperación: #Dia7 No hay tal cosas como una causa perdida.

¡El lado derecho es el amable! Nunca le he mostrado la foto en la izquierda a nadie excepto mi familia y amigos cercanos. ¡Y sé que no es linda, pero sean amables y aguántenme un poco! A los 18 yo y mi pequeña madre nos enteramos de que yo era una causa perdida, que lo había tenido por tanto tiempo y estaba tan hundida en el tema que probablemente siempre tendría anorexia. En el momento eso me alegró, porque no tenía ganas de mejorar. Pero sé de chicas a quienes les han dicho lo mismo y están haciendo su mejor esfuerzo. En ningún punto la recuperación es imposible. Es posible y es maravillosa.

Sigan luchando, pequeños guerreros”

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