Ser presidente de algún país generalmente es sinónimo de vivir en una mansión y de tener un estilo de vida lleno de lujos, sin embargo el presidente de Uruguay eligió otro camino.
José Mujica es considerado el presidente más pobre del mundo por la sencillez con la que vivió su periodo como mandatario. El 90% de los $12 mil dólares que tenía como salario mensual, lo donaba a caridad. Es por eso que muchísima gente le tiene un gran aprecio.
Años antes de ser presidente fue guerrillero. Tenía un grupo llamado “Los Robin Hood”. Juntos robaban clubs de armas, bancos malos y todo tipo de negocios ilegales; las ganancias se las daban a los pobres. En 14 años ha sido encarcelado dos veces y y le han disparado 6 veces.
Incluso, durante su mandato, trabajaba como granjero. Plantaba plantas y flores y las vendía al público. Trabajar en la granja le permitía estar en contacto con su gente. Vivía en una casa a las afueras de Montevideo con su esposa Lucía Topolansky y su perrita, Manuela. Su auto no era ningún auto de lujo, pues maneja un Beetle vintage de 1987.
A Mujica no le importaba mucho su seguridad, de hecho solamente tenía tres guardespaldas y por supuesto, sus tres perros de guardia. Su forma de vestir también fue muy casual y sencilla, pocas veces se le vio de traje, ni siquiera en conferencias políticas.
Mujica dejó la oficina presidencial en 2015 con una economía tan sana que muchos de los países vecinos desearían tener. En verdad es una gran inspiración y ejemplo de líder. Ojalá muchos políticos en el mundo siguieran su ejemplo…
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